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Las corridas de toros no son sanas ni financieramente

La verdadera economía de las corridas de toros en la CDMX

MSc Diana Nicte-Há Sansores Martínez

Antecedentes

México es, taurinamente, el segundo país del mundo con más cantidad de plazas de toros, solo detrás de España. La Monumental Plaza de Toros de la Ciudad de México, oficialmente Plaza México, es la plaza más grande del mundo, más monumental por su tamaño físico, que, por su empuje cultural, ya que esta oscura actividad turística, ha dejado de llenar los asientos, ha dejado de ser un buen negocio para particulares y, por lo tanto, es una precaria fuente de ingresos para el Estado. La Plaza, inaugurada el 5 de febrero de 1946, es ahora un edificio viejo, agotado, con 76 años de servicio, sin arraigo entre nuestras tradiciones y cultura, una plaza que tiene la constante necesidad que echar mano de otros eventos para mantener sus operaciones y cubrir sus costos.

La tauromaquia no solo en México, sino en el mundo, es penosamente practicada en tan solo 7 de 194 países que actualmente existen y que están reconocidos por la ONU, es decir que, solo en el 4% de los países que existen, la practican.

Desde el punto de vista de nuestra cultura, los mexicanos tienen derecho a saber que la tauromaquia no tiene bases éticas, es decir que es inmoral y no merece un lugar en nuestras tradiciones, ya que la base histórica que la sustenta es un ensalzamiento a la Conquista y a las vejaciones que sufrieron nuestros antepasados prehispánicos. La primera corrida que se celebró en la Ciudad de México fue el 24 de junio de 1526 para festejar la caída de Tenochtitlan por Hernán Cortés. Durante la Colonia estos espectáculos eran símbolo de la jerarquía social que tenían los españoles respecto a los indígenas y aunque ha sido ya un recorrido de 496 años, la Plaza de Toros México resulta en un monumento a esos abusos, con este trasfondo histórico.

El esfuerzo por prohibir estos espectáculos ha tenido éxitos temporales. La prohibición a las corridas que ha durado más tiempo en México la llevó a cabo Benito Juárez en un decreto que firmó el 28 de noviembre de 1867 y que se mantuvo vigente 19 años, cuya proscripción fue producto de la afición taurina del emperador Maximiliano. Benito Juárez había intentado borrar todo lo que sonara a Maximiliano. El Paseo del Emperador, se convirtió en el Paseo de la Reforma, se eliminó su imagen en las monedas y en parque o plazas su busto fue reemplazado por una balanza que representaba la justicia, en un intento por buscar crear nuestra propia autonomía e identidad nacional. En esta época de la historia de México, las guerras habían vaciado las arcas públicas y el presidente Juárez necesitaba con urgencia los recursos, y tenía muy claro que la afición taurina no sería la salvación de su gobierno, y está lejos de serlo ahora que seguimos experimentando la astringencia de recursos por efectos de la pandemia, la guerra contra Ucrania y la inflación.

Más recientemente, la prohibición de estos espectáculos se ha logrado en el territorio mexicano en cuatro estados: Sonora (2013), Guerrero (2014), Coahuila (2015) y más recientemente en Quintana Roo (2019). Cada estado ha enfrentado un proceso de voluntad política que carecemos en la mal llamada “Ciudad de derechos y libertades” como se ha presumido denominar a la CDMX.

 

Demanda de las corridas de toros

Actualmente existen 9 millones 209 mil 944 personas viviendo en la CDMX, es decir el segundo estado más poblado, que representa el 7.35% de la población total, de ese importante tamaño es el mercado para eventos tradicionales, culturales, espectáculos y deportes, pero la Plaza mal llamada “México” porque ya no representa más a nuestro país, no alcanza a completar ni la mitad de sus  42,000 asientos, es decir que, en una tarde regular, llega a reunir apenas 21 mil personas, entre las que se encuentran curiosos y turistas extranjeros de paso. Si medimos la afición taurina como porcentaje de la población de la CDMX ésta apenas alcanza, acaso, el 0.23% del total de la población, pero tomemos en consideración a la población en edad productiva entre los 15 y 64 años de edad, que suma unos 5 millones 194 mil 408 personas de acuerdo con los datos de INEGI, el resultado es que el porcentaje se eleva a 0.40%, es decir ni el 1% de la población de la CDMX asiste o siquiera sabe en qué consiste esta actividad, y con estos resultados, no viene al caso obtener la representación porcentual de la población que asiste a estos eventos, respecto a 126 millones de personas que tiene el país.

Esta es una actividad costosa, alejada de los bolsillos de la población con los recursos más escasos, quienes están necesitados de espacios sanos para la recreación y el entretenimiento, y es un consenso, no solo de la comunidad de profesionales en psicología[1], sino de simple sentido común, que la actividad taurina manchada en sangre, no es, no puede ser sana, no puede ser un espacio para la convivencia familiar.

 

Impacto presupuestal de continuar con las corridas de toros

Cuando se realizan estudios económicos de una decisión como la que se presenta en esta iniciativa, la correcta valuación debe ser comparar los beneficios y los costos de las alternativas a comparar en términos monetarios para determinar cuál ofrece una mayor rentabilidad, en este caso, para los ingresos del gobierno. En el mes de mayo, en un Parlamento abierto del Congreso de la CDMX donde se discutía el tema de la prohibición de toros por la Comisión de Bienestar Animal, el secretario de Desarrollo Económico de la CDMX que en la actividad económica generada por las corridas de toros en la Plaza México, los ingresos obtenidos por venta de boletos se calculan en 14.5 mdp y se estimaba una derrama económica por 14.5 mdp, relacionada con actividades de comercio y servicios, dando como resultado un total de 29 mdp por una corrida si la Plaza se llenara, cosa que aclaró, sucede sólo cada 5 de febrero de cada año.

Es claro que si sólo se cuantifica el cierre de esta Plaza sin incluir las actividades económicas alternativas que se están perdiendo si se cambiara el giro, cosa totalmente posible dada la alta rentabilidad de la zona y en general, de cualquier actividad que pueda impulsarse en la Ciudad. Para realizar un análisis más correcto desde el punto de vista económico, a continuación, se presenta un análisis presupuestal por ingresos públicos específicamente por impuestos de mantener las corridas de toros comparado con otras actividades más rentables en el espacio que ocupa la Plaza de Toros México.

 Las alternativas a comparar con las corridas de toros es una reconversión del espacio de la Plaza de Toros a un espacio deportivo similar al Estadio Azteca y un Centro comercial. Se considera el impuesto que establece el Código Fiscal de la Ciudad de México, en su artículo 139, “el Impuesto sobre Espectáculos Públicos se calculará aplicando la tasa del 8% al valor de los espectáculos”. Se describen a continuación cada una de las actividades valuadas en este estudio y se estiman ingresos por impuestos en un año:

Corridas de toros: se realizan 24 corridas de toros en un año, 12 en temporada baja y 12 en temporada alta. El llenado de la plaza se realiza si acaso 1 o 2 veces al año y por lo cual se supondrá que en temporada baja la afluencia es del 25% de la capacidad de la plaza y en temporada alta, de 50%. El precio promedio se estima de acuerdo con la lista de precios a la que se tuvo acceso de febrero de 2022[2]. Se estimó un precio promedio simple de $430, sin embargo, para una estimación más realista, las afluencias se estiman para cada sección de la plaza de acuerdo con el siguiente cuadro. Para un aforo del 25% (temporada baja), se estimaron ingresos por entrada de 2.5 millones de pesos (mdp), mientras para un aforo del 50% (temporada alta), se estimaron en 5.2 mdp por estos ingresos.

 

Cuadro 1. Estimación de ingresos por entrada en un evento de corridas de toros

 

Reconversión a eventos deportivos: esta alternativa se establece si el espacio tuviera un cambio mínimo y se mantuviera la estructura para realizar únicamente 24 eventos deportivos al año (que a la vez pueden alternarse con eventos culturales, musicales, convenciones, etc.). Se consideran dos escenarios: el escenario pesimista donde se mantendría un promedio de capacidad similar a las temporadas bajas con un aforo del 25%; y el escenario optimista con una capacidad similar a la temporada alta de las corridas de toros, es decir, 21 mil personas asistiendo. Se mantiene el mismo precio promedio simple de las corridas de toros. Para estos dos escenarios, se obtuvieron ingresos públicos por impuestos de 17.3 mdp y de 35.2 mdp, respectivamente para cada escenario (ver Cuadro 2).

Centros comerciales: el giro de actividad de las corridas de toros al establecimiento de un centro comercial se considera viable, ya que la idea original del espacio donde se construyó la Plaza de Toros y el Estadio Azul es que fuera un complejo que se llamó Ciudad de los Deportes donde se incluiría la construcción de una alberca, centros comerciales, y otros espacios culturales.  Recientemente se cerró el Estadio Azul y se iba a construir un centro comercial, el cual no se construyó por razones ajenas al propio espacio deportivo. De acuerdo con María José Fernández, directora general de Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios (ADI), la recaudación por centros comerciales al mes en la CDMX es de 5 mil mdp, a partir de lo cual se estimó que para cada centro comercial de los 338 que existen en la Ciudad se recauda un promedio de 15 mdp al mes. Aunque el aforo en el caso de las plazas comerciales no son un indicador directo de los impuestos recaudados, se supone una afluencia a una plaza con ubicación próxima de un tamaño similar a la de Galerías Insurgentes de 750 mil visitantes al mes [3] (Cuadro 2).

 

Cuadro 2. Estimación de ingresos anuales por impuestos de las actividades alternativas

 

Conclusiones

El impacto presupuestal de continuar con las corridas de toros, es decir, el ingreso que están dejando de captar las arcas del gobierno de la Ciudad por concepto de impuestos es ya, con el paso de los años y las décadas, muy considerable. Espacios como la Plaza de Toros México con una magnífica ubicación puede ser aprovechado de múltiples maneras por el sector privado con mayor rentabilidad y generar mayores ingresos al gobierno de la Ciudad. De mantener esta actividad se estaría perdiendo un ingreso público por impuestos de 2 a 5 veces mayor si se cambiara de giro de actividad y 24 veces más si se construyera una plaza comercial (Gráfica 1).

 

 

Gráfica 1. Cambios en ingresos por impuestos de actividades alternativas a las corridas de toros

Notas: (1) 2 temporadas con 24 eventos: Alta con 50% y Baja con 25%; (2) Escenario pesimista: mismo costo de entrada y misma afluencia que en temporada alta; (3) Escenario optimista: mismo costo de entrada y mayor afluencia. Fuente: estimaciones propias con datos del Cuadro 2.

Respecto a la economía de la empresa privada que maneja el principal negocio de los toros en la Ciudad, y aun cuando no contamos información directa de la Plaza de Toros, el empresario detrás del negocio de toros en esta Plaza, Miguel Alemán Magnani ha informado de lo que ha estado sucediendo con su rentabilidad económica: en el periodo de 25 años comprendido entre 1991 a 2016 solo 2 años fueron rentables; y declara que “la Plaza de Toros no es un buen negocio porque hemos puesto dinero en algunas ocasiones. [] la realización de las corridas de toros en el recinto ubicado cerca de Insurgentes es por el gusto y pasión a la fiesta brava[4].

Por tanto, el costo de oportunidad de este negocio para las finanzas públicas (y las privadas) es elevado. Existe una importante pérdida en términos de impuesto sobre la renta ISR e IVA, y a la Ciudad y al resto de los 31 estados del país les afecta en términos de las participaciones que les corresponden en ingresos federales[5]. Esto es fundamental si tomamos en cuenta que estamos en un entorno inflacionario, que se espera en 8.5% para al cierre del trimestre julio-septiembre del presente ejercicio (2022), con elevadas tasas de interés, mientras que, el Impuesto sobre Espectáculos Públicos asciende a 8% al valor de los espectáculos. Dicho de otro modo, el dinero que produce la tauromaquia en la Ciudad es escaso y cada vez alcanza para menos, sencillamente no alcanza en estos momentos para contrarrestar el incremento porcentual de la inflación, o en otras palabras el incremento sostenido a los precios de todos los productos.

La carga para el Estado de esta actividad es doble, además de lo que merma los ingresos públicos sólo por impuestos, existen costos económicos desde la perspectiva social que no están valuados porque no tienen un precio asignado en el mercado, pero que son costos que debe asumir el Estado como impactos indirectos o externalidades de estos espectáculos de violencia. De lo que estamos hablando es de la pérdida de bienestar social desde la perspectiva económica ya que se pierde mucho más cuando se consideran todos los aspectos en que impacta la normalización de la violencia, es decir, que las corridas de toros no solo afectan los ingresos del gobierno, sino también la psicología de las personas afectando sus posibilidades de desarrollo en un ambiente sano, y, dicho sea de paso, se constituye en un problema de salud y hasta de seguridad pública, cuyos costos son de difícil cuantificación, pero que también son una pesada carga para el sector público.

La tauromaquia constituye una actividad con un sustento ideológico antropocentrista y sexista, ya que contiene una serie de rasgos masculinos que, a partir de la dominación masculina o machismo, se ejecutan y legitiman la violencia, la explotación, la agresividad y el desprecio por la naturaleza, en un contexto de feminicidios que no frenan. Esto implica por supuesto, derrama de recursos para todos los órdenes de gobierno, y en este caso del gobierno de la Ciudad, que tiene que gastar más en sistemas de salud, seguridad y educación.

Es por ello que, en el marco de la responsabilidad de todos los estados, urge encontrar nuevas formas de elevar la recaudación federal participable, y eso no ocurre manteniendo las corridas de toros en la Plaza de Toros México, es decir, que es perfectamente claro que tenemos que abolir la tauromaquia, en pro de un mejor futuro para las familias de la Ciudad, y eso incluye por supuesto al presupuesto y las finanzas de la hacienda pública local, ya que un renovado uso de la plaza, se revelará en mayores ingresos y por lo tanto en obras y apoyos sociales, que la población más necesita.

 

[1] Paniagua, Cecilio (2008). Psicología de la afición taurina. Ars Medica. Revista de Humanidades; 2:140-157

[2] Lista de precios 2022 y número de asientos disponibles en: https://desolysombra.com/2022/01/07/plaza-mexico-lista-de-precios-para-la-feria-de-aniversario-2022-de-sol-y-sombra/; https://frontonmexico.com.mx/vive-la-plaza-mexico/.

[3] Gasca-Zamora, José. (2017). Centros comerciales de la Ciudad de México: el ascenso de los negocios inmobiliarios orientados al consumo. EURE (Santiago), 43(130), 73-96. https://dx.doi.org/10.4067/s0250-71612017000300073

[4] Forbes México (2016). Disponible en: https://www.forbes.com.mx/fiesta-brava-la-plaza-mexico-dejo-de-ser-negocio/

[5] Las participaciones son los recursos que tienen derecho a percibir los Estados y los Municipios por la adhesión al Sistema Nacional de Coordinación Fiscal y el rendimiento de las contribuciones especiales, esto de acuerdo con la Ley de Coordinación Fiscal.

 

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